Enseñar en estos tiempos es todo un reto. La educación necesita desarrollar nueva información y habilidades para seguir el ritmo de un entorno cambiante, la narrativa del profesor apóstol o del profesor inventivo parece romperse cuando se implanta un nuevo plan de estudios, así como cuando una sociedad variada intenta desarrollar una nueva cultura.
Material de estudio:
¿Cómo resolver todo?
Para resolver este dilema, es necesario crear una orientación ética, política y pedagógica. Esta orientación debe armonizar su pericia profesional (conocimientos teóricos), su saber hacer (práctica) y su ser (valores). El objetivo es lograr un equilibrio en estos ámbitos. El trabajo es desafiante, difícil y requiere una serie de cosas diferentes para ser bien realizado.
Hay margen para el desarrollo de la enseñanza. Los educadores no pueden imponer una enseñanza pertinente y un aprendizaje significativo. Para establecer un currículo se necesitan recursos, materiales didácticos, infraestructura, equipamiento, formación pedagógica permanente, el número adecuado de alumnos, un entorno escolar aceptable, colegialidad y colectividad, y el apoyo de la familia y la comunidad. Es esencial identificar a los individuos que no contribuyen a la formación de condiciones favorables.
La complejidad de la enseñanza se pone de manifiesto en la experiencia pedagógica: ¿qué debe enseñarse, cómo debe planificarse, cómo debe enseñarse y cómo debe evaluarse? Cada consulta recibe toda su atención y tiempo personal mientras responde. Su participación en el trabajo no remunerado se ha ampliado.
Requiere conocimientos profesionales, que las autoridades educativas no ponen necesariamente a disposición de los estudiantes en todos los casos. Requiere una amplia gama de recursos y materiales educativos, que rara vez se encuentran en las escuelas, por lo que los profesores tienen que crearlos ellos mismos o gastar su propio dinero en ellos.
Retos como educadores
Es todo un reto instruir a los alumnos cuando se trabaja como educador en condiciones que no son las ideales. Tiene que competir por el estímulo económico o la promoción en programas que carecen de transparencia y tienen presupuestos limitados, además de procedimientos administrativos engorrosos. No tiene más remedio que ver y participar en un sistema de remuneración que no aprecia a los profesores, que ha permanecido invariable a lo largo del tiempo y que ha experimentado una reducción de su poder adquisitivo.
La complejidad de la enseñanza puede resumirse en las constantes diferencias que pueden encontrarse entre el discurso y el comportamiento. Se dice una y otra vez que los profesores son el motor que mueve el sistema educativo, que su labor es necesaria para el crecimiento de la sociedad, que son la clave para construir una nueva ciudadanía y que son los protagonistas centrales de la educación; sin embargo, no existen políticas y estrategias suficientes para que esto sea una realidad.
Este discurso responsabiliza a los profesores del deterioro de la educación. Tanto las políticas como el plan de estudios de la Nueva Escuela Mexicana están actualmente sesgados hacia el empleo de educadoras. Se les exige que cambien, que se transformen, que obtengan la formación profesional pertinente, que realicen ocupaciones fuera del trabajo, etc., pero no se exige a los funcionarios ni a las autoridades que modifiquen sus métodos, su forma de pensar ni su formación en modo alguno.
Gracias a su valentía, las educadoras triunfan a pesar de los numerosos obstáculos a los que se enfrentan.
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